La Villa Blanca, como suele denominarse Gibara, incorpora algunos de los más importantes conjuntos arquitectónicos, de carácter histórico, en la provincia de Holguín, en Cuba. Han alcanzado relevancia nacional, por ejemplo, las ruinas del Cuartelón y la Batería de Fernando VII.
En términos estrictamente paisajísticos, el emblema de la región es la llamada Silla de Gibara (según se cuenta el propio Almirante Cristóbal Colón nombró así esta elevación por su semejanza con una silla de cabalgar). Tampoco cede en atractivos y peculiaridad la Loma de la Mezquita, también bautizada por El Descubridor en razón de su semejanza con la Peña de los Enamorados, de Andalucía.
Declarada en el 2004 Monumento Nacional, esta ciudad, a pesar de su encantadora pequeñez, está dotada de impresionantes paisajes --dada su cercanía del mar y la exuberancia vegetal de la naturaleza circundante-Gibara ostenta una imagen peculiarísima, marcada por la conservación de un patrimonio histórico cultural atesorado a lo largo de más de dos siglos, se la considera la segunda ciudad amurallada en Cuba.
Entre los museos de la villa merecen realce el de Arte Colonial y el de Historia Natural, puesto que la distancia de los circuitos de comunicación y de comercio establecidos en la época colonial y republicana, le permitieron también mantenerse un tanto virgen, arcaica y consciente de su formidable herencia cultural, desde los aborígenes hasta el presente.
Gibara está emplazada al noroeste de Holguín, una provincia cuya superficie está cubierta de bosques en alrededor del 25 por ciento. A pesar del acelerado desarrollo de su infraestructura turística, en la cual existe un potencial enorme aún no explotado, la provincia de Holguín todavía se sostiene económicamente a partir de la agroindustria azucarera y de la explotación de importantes yacimientos niquelíferos en Moa, considerados entre los principales del mundo. En Velasco, pueblo del mismo municipio gibareño encontramos una de las más importantes obras arquitectónicas de la modernidad de toda Cuba, el majestuoso palacio que es la Casa de Cultura de Velasco, de Walter Betancourt construida entre 1964 y 1991 más tarde por Gilberto Seguí. Un impresionante teatro isabelino en el poblado rural de Velasco en cuyo volumen general se destaca la torre de tramoya toda de ladrillos expuestos y con un gran rosetón de gran colorido que constituye un sugerente canto a Cuba.
Tierra de descubrimientos -tener en cuenta que fue por aquí que comenzó el descubrimiento de Cuba para Occidente-- ofrece además a sus visitantes la posibilidad de disfrutar jornadas memorables en los más variados escenarios naturales: Guardalavaca, Playa Esmeralda y Pesquero, son hermosas playas de aguas limpias, cálidas y transparentes, de fina arena blanca, abundante vegetación costera y rodeadas por una singular topografía ondulante. La cercanía de otros puntos de interés refuerza considerablemente el valor de los balnearios holguineros. Muy cerca de Guardalavaca se encuentra el Museo Chorro de Maíta, sitio arqueológico de primera magnitud y museo único de su género en las Antillas, la Aldea Taína, que recrea el modo de vida de los indios aruacas alfareros, y la ciudad de Banes, reconocida como la capital arqueológica de Cuba.
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