jueves, 30 de septiembre de 2010

Humberto a todas partes donde voy

Carlos Barba
Cineasta

No puedo decir que Humberto Solás fue el clásico maestro de alumnos, aunque su labor pedagógica en talleres, charlas y cursos alrededor del mundo y en Cuba, para sobrevivir humana y espiritualmente ante su inactividad de casi diez años sin estar detrás de cámara -período que comprende entre sus filmes “El siglo de las luces” y “Miel para Oshún”-, dieron fe de que el gran cineasta cubano llegó al corazón de cada uno de sus alumnos, talleristas o estudiantes en escuelas de cine. Humberto nunca me dijo: “esto se hace así”, no, en mi caso, yo tuve que “mon¬tarme” en el tren del cine junto con él y no perderle ni pie ni pisada en los encuentros, festivales y filmaciones en las que tuve la suerte de participar. Fuimos amigos, y ahí creo que estuvo la fórmula ideal de la relación: en el set de “Barrio Cuba” me sentía muy cómodo en el rol de asistente de dirección, aunque en la noche, tomáramos un café en La Habana Vieja o en su casa, reviviendo las horas anteriores de rodaje. Por eso, Humberto siempre enseñó, en el plató o durante un café, y ya a ese nivel podía confundir fácilmente al amigo y al maestro.

Una vez, mientras filmaba su documental “Gran Caribe”, en Santiago de Cuba, hace ya unos años, supe inmediatamente que Humberto So¬lás y su intachable actitud como director cinematográfico constituían una Escuela que no enseñaría de la manera ortodoxa, las claves él te las daba a cada paso, a cada instante, en cada gesto, si estabas cerca, de¬bías estar siempre atento, y a mí me gustó esa propuesta. A partir de ahí realicé una serie de documentales sobre su cine y su figura, que ya antes había ensayado en teoría cuando articulaba mi tesis de grado sobre su versión de la novela de Alejo Carpentier.

La muerte de Humberto me sorprendió aquí, en tierras mexicanas, y cuando regresé a Cuba dije que La Habana no era lo mismo sin él, y aunque varios amigos, con mucha razón, me decían una y otra vez, que Humberto no se había ido, cosa de la que yo estoy más que convencido, era comprensible en mi caso, que estuve lejos cuando el triste aconte¬cimiento. Sin embargo, Humberto nos dejó, además de sus filmes, ese serial de seis episodios, como diría Sergio Benvenuto, que es el Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara, hoy justamente renombrado de “Humberto Solás”. Los que estuvimos cerca de Humberto tenemos el compromiso de seguir adelante con este proyecto, y apoyar desde dis¬tintos frentes, la continuación de ese serial para que se siga nutriendo de capítulos inacabables. Por eso, en Campeche, ahora extendemos el movimiento del Cine Pobre, con la inauguración de esta Muestra, po¬sible y fructífera, donde se proyectarán películas galardonadas en los ocho festivales anteriores; presentaciones especiales, proyecciones en las colonias populares, conferencias y taller sobre cine digital, exposi¬ciones, ciclo de películas y documentales de y sobre Humberto Solás, in¬tercambio con invitados, y una atractiva programación cinematográfica alternativa. Trasladar hasta aquí el espíritu de los encuentros de Gibara, que también ha viajado por España y Chile, es ahora una prioridad de la Fundación Casa Vieja del Río como sociedad civil campechana que lidera esta idea, un tributo más al autor de “Lucía”.

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